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Desilusión total

Locura:

  1. Trastorno o perturbación patológicas de las facultades mentales.
    entre dos ataques el enfermo pasa por momentos de locura furiosa y le asaltan ideas de suicidio
  2. Acción imprudente, insensata o poco razonable que realiza una persona de forma irreflexiva o temeraria.
    el protagonista de esta telenovela se pasa el tiempo haciendo locuras

Ésta es la definición que nos regala “San Google“. La tuve que citar para poder tipificar mi comportamiento y determinar si encajaba en dicha definición. De acuerdo al común denominador encajo en la segunda definición. ¿Por qué? Les explico desde el principio.

Desde hace tiempo, todos los alumnos que buscan ingreso a su educación media superior en un plantel de gobierno, al lograr ingresar deben presentarse semanas antes de que inicie el semestre regular para tomar un “curso de inducción”, que a decir verdad es un intento por nivelar el conocimiento faltante del grueso del alumnado recién ingresado, ante las evidentes carencias de su formación académica en educación básica (preescolar, primaria y secundaria), todo debidamente fundamentado con los resultados de su examen de ingreso al bachillerato, que en esta ocasión, muy similar a las anteriores, nos arrojó el resultado de 515 aspirantes con examen reprobatorio, de un total de 530 aspirantes que presentaron examen. Cabe mencionar que el examen constó de 76 preguntas de nociones muy básicas, por computadora.

Como tampoco es sorpresa, durante el transcurso de las tres semanas de curso de inducción se presentaron muchos jóvenes buscando un espacio para primer semestre, principalmente porque fueron rechazados en sus tres primeras elecciones de plantel, también porque después de no quedar seleccionados en la prepa de su elección, rechazaron la beca que el sistema educativo les ofrece para cursar sus estudios en una institución privada, o porque ni siquiera hicieron los trámites correspondientes para hacer su proceso de selección e ingreso. Con los alumnos que el plantel recibió y decidió inscribir de manera tardía al final de los cursos de inducción, se contempló que el plantel debía ofertar de nuevo dicho curso para esos alumnos que no estuvieron presentes. La dirección del plantel comisionó al personal de confianza, a los coordinadores académicos y al subdirector a impartir las clases de comprensión lectora y habilidad matemática de dicho curso.

Durante las 3 semanas reglamentarias les impartí el primer tema del curso que constaba de “operaciones fundamentales”, es decir: suma, resta, multiplicación y división; así como la jerarquía en que se deben resolver. El primer problema con el que me encuentro es que no asiste la totalidad de alumnos, a pesar de que a todos se les notificó del compromiso en cuestión. De un total de 36 alumnos convocados, solo he visto en clase por lo menos una vez a 31. De esos 31 un promedio de 10 personas llegan tarde y/o faltan constantemente. Aún así, soy puntual. Mi estructura de clase es sencilla y clara; les expliqué a mis alumnos que el objetivo de la materia era recuperar el conocimiento no adquirido con respecto a la habilidad matemática que requerían dominar para poder cursar su primer semestre, al menos en la materia de álgebra. Les hice hincapié en que todos vienen de entornos (y secundarias)  muy distintas, y que muy probablemente algunos de ellos (sino es que todos) pudieron haber experimentado ausentismo por parte de algunos de sus docentes, docentes sin vocación y/o con poca disposición para ayudarlos, e incluso dificultades en su vida personal, ajenas al ámbito académico, que en conjunto se interpusieran con su aprendizaje matemático, pero que todos estaban en mi clase no para buscar culpables, sino para resolver dicho inconveniente. Toqué el tema de motivación, explicándoles casos prácticos de superación y dándole valor e importancia al estudio, puntualizando en que éste les sería una herramienta muy útil en un futuro próximo para lograr todos sus objetivos y metas. Les hablé un poco de mi, de mi experiencia docente y directiva, mi perfil profesional, adversidades superadas y metas logradas. Proporcioné el temario y expliqué el método de evaluación del curso, el cual sería muy sencillo: puntualidad y asistencia, trabajos y tareas, conducta y actitud, examen. La intención del curso era que al final de las 3 semanas aprobaran un sencillo examen con la calificación mínima aprobatoria (7) para poder dar por cumplido el objetivo mas austero de dicha capacitación: lograr que los jóvenes adquirieran el uso de las funciones mas elementales de cualquier proceso matemático.

Durante las 3 semanas continué con puntualidad, perseverancia, pase de lista, revisión de trabajos y tareas, felicitaciones a los pequeños logros y naturalmente explicaciones diversas de como resolver operaciones sencillas de suma, resta y multiplicación. Incluso me afecté un poco la voz, en ese afán de ser enérgico, de lograr captar su atención, y al repetir, ¿qué les gusta? unas 3 o 4 veces el procedimiento de todos y cada uno de los ejercicios vistos en clase. Solo me atreví a empezar el tema de fracciones, explicando el concepto de una fracción, los tipos de fracciones y su simplificación, así como suma y resta. Hasta ahí podríamos decir que la atención brindada a los nuevos (y tardíos) alumnos fue, si bien no la mejor, si la suficiente para que cada uno de ellos tuviera la oportunidad de mejorar.

¡Mentira! ¡No! ¡Loco! ¡Demente!

Después de impartirles el curso no por 3 sino por 5 semanas, les apliqué un sencillo examen de 20 preguntas solamente de los temas antes mencionados, para comprobar que la vida no deja de sorprenderme, al ver que absolutamente todos mis alumnos reprobaron. No solo reprobaron, sino que la calificación mas alta fue de 4.5, y entre el resto 13 NP (alumnos que ni siquiera se dignaron a presentarse al examen) y 6 mas con un CERO (grandote) de calificación. Definitivamente no era la respuesta que esperaba de este grupo; dicha situación lejos de desanimarme aumentó mi atención y se convirtió en un reto: tenía yo la menuda tarea de lograr el aprendizaje significativo de 2 temas esenciales para el razonamiento humano (operaciones básicas y fracciones). Inmediatamente enteré a las orientadoras de la situación y les propiné a mis alumnos un bello citatorio para platicar de la situación con sus padres de familia/tutores. El citatorio coincidía a propósito con la reunión de entrega de boletas de calificaciones del primer parcial, la cual es obligatoria para todos los padres de alumnos con materias reprobadas, por lo que deduje que la asistencia de mis padres sería buena.

¡Te equivocas! ¡Mentiroso! ¡Loco!

Asistieron de manera inicial 12 padres, y 8 mas de manera tardía en los días subsecuentes, a los cuales se les explico detalladamente la situación con sus hijos, el desinterés evidente y la falta de esfuerzo. Se asumió el compromiso de llevar un control de asistencias con firmas para que los padres pudieran revisar diariamente que sus hijos acudían a la clase, y se comentó que se les re-explicaría todo el (poco) contenido abarcado hasta el momento. Y eso hice. Empezamos de nuevo, y les fui administrando pequeñas (diminutas) evaluaciones de cada fracción de tema que repasábamos. Cada pequeña evaluación constó de 5 ejercicios del subtema visto. Una vez mas, me tomé un momento para volver a platicar con ellos y explicarles que en este país solo iban a lograr cumplir sus metas económicas incurriendo en una ilegalidad o preparándose, trabajando y emprendiendo un proyecto. Profundicé sobre los riesgos de las ilegalidades más comunes y mencioné las ventajas de la formación profesional. Fui específico, mucho mas coloquial y definitivamente mas gráfico. Solo 2 alumnos lograron aprobar 2 de los 3 “mini-exámenes”.

¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué? Pero… ¿cómo?

Cada que los jóvenes me preguntaban que cuándo acabarían el curso, yo les respondía que en el momento que fueran capaces de demostrarme que habían desarrollado la habilidad de resolver correctamente los (pocos) tipos de ejercicios vistos durante el curso. Ante un nuevo fracaso, medité mucho la situación, intenté entablar diálogo con ellos una vez mas obteniendo nula respuesta. No hubo críticas, no hubo quejas, no hubo expectativas, no hubo nada. Solo una alumna pudo (quiso) opinar que siguiéramos haciendo (más) ejercicios. El resto permaneció callado, sin expresión, sin sentir, mirando fijamente a la nada, sin inmutarse… dormidos.

El departamento de orientación redactó un escrito a manera de carta compromiso, el cual constataba que el colegio había agotado todas las posibilidades con alumnos y padres de familia, para cumplir con el objetivo primordial del curso, y que sabiendo que la gran mayoría tenían calificación reprobatoria en la materia de álgebra (¿no? ¿a poco?) en el primer parcial, se dejaba en claro que si el alumno reprobaba dos parciales del semestre se iría directo a un examen extraordinario, y que de no aprobar la materia en dicho periodo, causaría baja inmediata sin réplica ni solicitud de oportunidades aledañas (cuestión que sucede muy a menudo). Se les solicitó a los alumnos que se presentaran hoy con dicha carta firmada por ellos y sus padres, con copia de una identificación oficial de los mismos. Les esperé a la una de la tarde afuera del laboratorio de cómputo, donde les tenía preparados una última situación: un video de 16:25 minutos donde habla el Sr. Carlos Kasuga Osaka, CEO (director ejecutivo) de Yakult* y explica las diferencias entre la cultura y los hábitos japoneses y los mexicanos, y como eso influye en el éxito individual y el progreso colectivo. A los pocos alumnos que asistieron, les recibí los documentos solicitados, mismos que no todos presentaron, y procedí sin palabras a proyectarles dicho video de un razonamiento lógico, ordenado, ganador; con la esperanza de que si bien a mi no me habían escuchado o no me habían querido creer, le intentaran creer a alguien “experto, famoso, adinerado”. Pasaron los minutos, aparentemente ponían atención los alumnos, nadie hizo ni un ruido. Terminó la proyección, les dije que a partir de ese momento ya no tendrían que asistir a mi clase y que solo los que tuvieran pendiente la entrega del documento solicitado me buscarían para eso. En relativo silencio se levantaron los jóvenes, algunos acomodaron su silla, otros la abandonaron, pero todos se dieron la vuelta y se retiraron sin decir palabra alguna, sin mirar atrás, mas que con alegría con alivio de aquel eterno tormento que ese extraño y loco hombre les impuso tan neciamente, había terminado.

¿Por qué habré de obstinarme a esta locura, a la locura de querer lograr vencer a la ignorancia que carga nuestra sociedad? Evidentemente estos jóvenes (casi adultos) no lograron entender mis intenciones y yo no pude vencer su apatía. ¿Me dí por vencido muy pronto? o ¿son casos sin remedio? Como ya es costumbre, el medicamento controlado, el antipsicótico a manera de respuesta para mi peculiar locura, lo tienen usted, fino lector.

*Video: